sábado, 26 de enero de 2008

The Orphanage, believe it or not

Ayer después de un día de clases en la escuela de Letras de la UCV decidí ir a ver El Orfanato. Una película que todo el mundo me recomendaba; que la produce el mismo de El Laberinto del Fauno, que es española, que ¡chico, anda a verla, qué esperas! Desde el principio me sentí reacio a verla, sinceramente los filmes de suspenso no son mis favoritos, pero ustedes saben; aquello de la fotografía, la dirección, que es española, que hay que apoyar a los españoles, que no hay que ver sólo películas gringas y todo el mundo me la recomendaba: Al final acepté. Me fui con mi novia caminando hacia la estación de Plaza Venezuela, para tomar el metro y atravesar la ciudad de la mejor manera posible hasta llegar a ese sitio llamado Sambil. En el camino me encontré con Mico quien no se olvidó de recomendármela. Ya en frente de Cinex hicimos nuestra cola y, mientras veíamos el horario más conveniente, le dije a ella que sacara su carnet de estudiante para pagar más barato. "El Orfanato: 12:50 PM 2:50 PM 4:50 PM 7:10 PM 9:30 PM Clase B (Subt.)" ¿Te parece a las siete y diez? Sí, decía ella. ¿Qué significa eso de Subt? ¿Subtítulos? No puede tener subtítulos, es una película española, seguro se equivocaron. Seguro chama, pero hay que preguntar. No, no, tranquilo, eso es que se equivocaron, yo la vi con mi mamá en Santa Fe la semana pasada y era en español, además ¿cómo se le va a ocurrir a alguien traducir una película española, luego ponerle subtítulos en español y venderla? Es ilógico, gastarían más dinero pagando la traducción. Sí, tienes razón. De todas maneras preguntaré. Siguiente en la cola, decía la chica detrás del vidrio. Buenas tardes, ¿El Orfanato acepta la promoción con el carnet de estudiantes? Sí, joven. Pues, deme dos entradas. Ya va… ¿qué significa eso de subt?, ¿Subtítulos, la película está subtitulada? Déjeme revisar, joven. La chica se fue y yo me quedaba viendo a mi amiga con cara de que era absurdo que fuera subtitulada. Detrás del vidrio otras chicas vendían boletos para otras funciones. Había dos películas gringas, una venezolana y esta española. La chica volvió y me dijo: Joven, El Orfanato es subtitulada. ¿Pero qué, está en inglés y tiene subtítulos en español o es una herramienta para los sordos? Sí, joven, está en inglés. Y… ¿hay alguna función en español? (Por dios, la película es española, pensaba) No, en este cine no, joven, me temo que tendrá que ir a otro. Gracias, señorita, disculpe la molestia. Después el chamo que le estaba comprando tickets a la chama de detrás del vidrio que estaba al lado de la mía dijo: las películas siempre son mejores en inglés y con subtítulos y me reviró los ojos. Mi amiga y yo salimos despavoridos y tratamos de eliminar de nuestra mente la imagen de los ojos del chamo; comimos un helado y nos fuimos. ¿Qué le pasa a nuestra sociedad?, ¿cómo es posible que dejemos que una película española sea traducida al inglés y luego se transmita en Venezuela, país que habla español –por si no lo saben– con subtítulos y en inglés? Una profesora de bachillerato siempre nos decía que iba a ser muy difícil que saliéramos de la pobreza si le vendíamos todo el petróleo a Estados Unidos y Europa y luego les comprábamos los productos derivados de éste. ¿No es casi lo mismo que España le venda una película a los Estados Unidos y luego le llegue a algunas salas de Latinoamérica en inglés? El Sambil Caracas es el centro comercial más grande de Latinoamérica no tiene ningún sentido que la única función de El Orfanato allí esté en inglés, ¿cómo ocurrirá en otros países y en otros centros comerciales entonces? ¿Será que no nos importa? ¿Es que la gente le gusta más en inglés como al chico que estaba a mi lado? El Orfanato o The Orphanague es la ópera prima de Juan Antonio Bayona un español que se apoyó en la producción de Guillermo del Toro para promocionar su película. En cuatro días reunieron seis millones de Euros, lo que atrajo a los gringos. New Line Cinema (El señor de los anillos) compró los derechos de autor y se propone, en unos meses, sacar una versión agringada del filme. La distribuidora Picturehouse se encarga de llevar el filme a gran parte del globo. ¿Cómo le hacemos saber a estos señores que no la queremos ver en inglés sino en español: en su idioma original? Si tienen alguna duda o desean tener más información sobre el filme visiten su página web http://www.theorphanagemovie.com/ donde, por cierto, encontrarán absolutamente todo en inglés y sin ninguna opción para cambiar el idioma. Aprovechen y hagan los downloads que quieran porque son gratis, aunque usted no lo crea.

(Publicado en El Universal 06 de febrero de 2008: página 3-6)

miércoles, 23 de enero de 2008

Leyendo alpargatas: Viernes a la sombra

Hace poco leí, por pura casualidad, esta novela de Elisa Arráiz Lucca. Debo admitir que desde el comienzo me atrapó. Es la historia de una mujer contada en retrospectivas desde su niñez hasta su mediana edad; y, sin embargo, todo esto ocurre en un solo día, el viernes. Desde el principio me recordó a aquella maravillosa novela de Adriano González León, en la que Andrés, en un solo viaje en autobús, nos cuenta la historia de su vida y de sus antepasados remontándonos a las épocas de lucha entre conservadores y liberales. Natacha, en este caso, define el país desde lo que le sucede en su niñez en la caída de Pérez Jiménez hasta sus experiencias en el exterior pasando por el Mayo francés del 68, Woodstock y San Francisco. Aunque no considero que pueda definirse como un "País Portátil femenino" Elisa Arráiz Lucca ahonda en los orígenes y evolución de la democracia venezolana; nos hace notar qué es lo que políticamente queremos conseguir. Esta novela fue publicada en febrero de 2007 y se puede conseguir en la mayoría de las librerías nacionales a precios que oscilan entre los cincuenta y sesenta bolívares fuertes.

En el día de las madres

Aquel 13 de mayo, día de las madres, parecía tranquilo para los habitantes del apartamento 71 del edificio Suerte de Los Caobos; o por lo menos la mañana. Vanesa barría la casa; la señora Sara estaba en su cuarto llamando por teléfono a todas sus amigas madres de Caracas y parte de Paraguaná; el señor José se encontraba en alguna tasca hípica caraqueña gritándole a algún televisor o, por lo menos, eso fue lo que dijo; yo dormía placenteramente hasta el mediodía en la paz de mi cuarto.
Dos días antes había empezado a pegar un olor podrido. No era la primera vez que pasaba. La señora Sara siempre tenía que ir a quejarse adonde la señora Jacinta, una viejita como de setenta años residente del pent-house –el piso inmediato de arriba–, por las palomas que se iban a morir en su puerta corrediza transparente que da a su balcón. Bueno, dos días antes la señora Sara había hablado con ella por teléfono, para no tener que perderse una parte de la novela, y ésta le dijo que estaba pasando el coleto, así que después de que terminara la sala se encargaba del balcón y botaba la paloma muerta. Siempre me preguntaba cómo era que la señora Jacinta nunca se daba cuenta de esos olores podridos, imagino que la vejez le había deteriorado el olfato.
Aparentemente lo único raro de ese domingo 13 de las madres era aquel olor podrido que se había vuelto más fuerte y que casi no dejaba acercarse al balcón del apartamento. “Seguramente la paloma del viernes ya tiene gusanos y vino un zamuro a comérsela y se murió también” gritaba la señora Sara quien no se despegaba del teléfono de tanto hacer y recibir llamadas y que decía que había intentado llamar cuatro veces a la señora Jacinta, pero que nadie contestaba. “Seguro la vieja se fue pa΄ casa de Carlos”. Éste es el hijo de la señora Jacinta que vive en Guarenas.
A eso de las dos de la tarde se apareció el señor José con una caja de cervezas, cuatro pelagatos de su familia y una entonada. De inmediato se encargaron de poner las pocas sillas de la casa en círculo y el espacio que sobró lo rellenaron con el sofá. La señora Sara se alegró mucho por la sorpresa, cogió una friíta y se sentó a conversar con una de las que había llegado. El señor José dijo que vendría más gente, se puso a preparar un sancocho, en la cocina, con sus hermanos y puso el casette de Rocío Durcal en el reproductor. Sonaba “Amor eterno”. Se corría el rumor de que el señor José había contratado unos mariachis en honor a las madres presentes y a la señora Sara para sorprenderlas. Ella se hacía la loca cuando alguien le venía con el chisme. No quería que le pasara como le pasó con su hijo. Un día antes de que él muriera en un accidente de tránsito le había prometido a su mamá unos mariachis en su cumpleaños y un viaje a Ciudad de México para que ella viera donde viven los artistas de las novelas buenas. Eso fue traumático para ella.
Como a las cuatro de la tarde el señor José agarró las llaves y se escapó sin que nadie se diera cuenta. Cuando pidió el ascensor escuchó que alguien venía bajando por las escaleras. Era Carlos, el hijo de la señora Jacinta, éste le preguntó que si su mamá estaba en la fiesta. El señor José no supo contestarle, mas lo invitó a pasar y le dijo que él se iba porque buscaría la sorpresa.
Carlos entró al apartamento, que ya estaba full de invitados, y fue saludado y agasajado por hasta los que no lo conocían. Incluso fue obligado a tomarse una cerveza. Entre la gente no reconoció a su mamá, así que fue a la cocina a preguntarle por ella a la señora Sara. Ella pensaba que Jacinta estaba con él y él pensaba que con ella. El pánico invadió inmediatamente a los invitados. “Mijo, anda a casa del portugués y tráelo urgente para el pent-house, ése abre hasta una multilock en cinco minutos” me indicó.
Llegué donde el portugués y le expliqué el asunto. Éste agarró una cajita roja metálica que tenía detrás de la puerta y se vino conmigo. Cuando llegamos arriba estaban la señora Sara, Carlos y otros coleaos por si acaso. El portugués hizo las suyas de cerrajero y cuando abrió la puerta el olor pegó fortísimo. Todos se llevaron una mano entre la boca y la nariz. El primero en entrar fue Carlos, luego la señora Sara y otros ahí. Yo sólo me asomé y hubiera preferido no haberlo hecho.
Al final de la amplia sala estaba el vidrio transparente cubierto por unas gotas secas de sangre; más abajo, acompañada de algunas moscas, estaba la señora Jacinta muerta con el cuello doblado y pegado al vidrio; del otro lado de éste estaba un cadáver de paloma y al lado de la difunta un tobo y el haragán con el coleto.
Carlos gritó, la señora Sara vomitó y salió corriendo hasta el piso de abajo. Yo la seguí y nos metimos en el apartamento. Inmediatamente todos empezaron a preguntar qué pasaba, reinó la incertidumbre y llegaron los mariachis.

Soledades

Descansábamos cada uno en un chinchorro después del almuerzo, antes de volver a nuestra faena diaria. Papá volvía entonces a la plaza a trab...