miércoles, 16 de julio de 2008

No es otra crónica de un concierto: Dream Theater


¿O sí lo es? Si lo fuera ¿debería empezar contando cómo fue que conocí la música de Dream Theater?, ¿debería decir que fue en casa de Francesco? En aquella época Pull me Under me parecía horrible y tantos solos me fastidiaban: eran demasiadas canciones de ocho minutos y más donde el vocalista aparecía poco, eso no era, ni muy cerca, a lo que me tenía malacostumbrado MTV. Más tarde apareció un Dvd de la banda, quién sabe cómo; porque en aquella época vivía en Margarita, en un pueblo de dos mil habitantes llamado Paraguachí donde aún la conexión a Internet es por medio de dial up.
Sí, fue en Paraguachí que conocí a Dream Theater y por culpa de Francesco. Luego me gustaron todas las canciones del disco Scenes From a Memory y empecé a buscar las canciones de los discos anteriores por allí y por allá. Hasta me sabía los nombres de todos los integrantes de la banda; menos el del vocalista que me parecía nulo –como a muchos de ustedes–.
Pasó el tiempo y llegó el momento de la universidad y con ello el cambio de ciudad y toda lo demás. En Margarita hay pocas carreras que elegir y si quieres salirte del clásico Informática, Turismo, Educación debes irte de la isla. Con la universidad llegaron nuevas responsabilidades, trabajos que entregar a tiempo y olvídate de tiempo libre, de ver el Dvd de Metrópolis todos los días, de saber qué discos nuevos ha sacado la banda, etc. En pleno primer semestre vino Dream Theater por primera vez y no fui porque no me enteré a tiempo. De Octavarium no había escuchado nada salvo el nombre del disco porque lo había pronunciado Francesco en una llamada telefónica que le hice un día.
Margariteño fuera de su tierra que no es nostálgico seguro que no es margariteño o no es nostálgico o es navegao. De ahí a que cuando me enteré de que Dream Theater volvía y que Francesco y Octavio –su hermano mayor: estudió Informática– iban a ir corrí a comprar mi entrada. Los días pasaban con emoción; me sentía como un niño esperando el veinticuatro de diciembre. Tres o cuatro semanas antes del día del espectáculo me llamó Octavio "mira, que pasaron el toque de Dream para Valencia, pide las nuevas entradas".
El día del concierto –pautado para las ocho de la noche– nos encontramos a las ocho de la mañana en Plaza Venezuela, cuadramos con Gustavo –un chamo que aparecía en www.dreamtheater.com.ve que ofrecía su autobús para llevar gente Caracas-Dream Theater-Caracas por ochenta bolívares fuertes– para irnos con él. Había, en la cola, un poco de gente vestida de negro. En mi autobús venían tres personas que seguí viendo después. El primero era un chamo con un cartel que decía Free Hugs, el segundo era Jonathan el guitarrista de una banda de black metal margariteña que se desintegró: Zwüitter, el tercero era margariteño también, pero yo aún no lo sabía. El bus salió a las nueve y a eso de las once y media nos encontramos en el Forum de Valencia. Fue la cola más larga de personas que había visto en mi vida, y eso que faltaban más de ocho horas para que empezara el concierto. Era muy fastidioso esperar. En Caracas había comprado un periódico y ya me lo había leído todo como dos veces. Le dije a Octavio que saliéramos a dar una vuelta para ver qué conseguíamos para comer y dejamos a Francesco en la cola. Caminamos, caminamos y caminamos y lo único que se veía era la autopista. Ya resignados a pasar hambre recordé que tenía una amiga en Valencia, porque los margariteños universitarios tenemos amigos en muchas universidades del país. Llamé a Mariana que estudia Odontología en la Universidad de Carabobo y que es margariteña también. Le dije que teníamos hambre, que el concierto empezaba en más de seis horas. Me preguntó que donde estaba, yo le dije que enfrente de una valla de gasolina en frente del Forum de Valencia. "No te muevas ya voy a buscarte". Le dije eso a Octavio y sonrió muchísimo. A los cinco minutos se apareció Mariana con una amiga, Andrea. Me monté en el carro y Octavio me dio dinero para que le llevara dos hamburguesas de pollo. Mariana me llevó al sitio de comida rápida y me regresó a la cola del concierto. Cuando entré al estacionamiento del Forum todos me veían o, mejor dicho, veían las bolsas donde traía la comida para llevar. Cuando llegué donde Octavio y Francesco y destapamos nuestras hamburguesas la gente empezó a llegar a nuestro alrededor y nos veía, los más atrevidos nos preguntaban dónde habíamos comprado eso. "No sé" pensaba: me había llevado Mariana. El asunto es que les dije a todos que tomaran un taxi y que fueran al Sambil. Luego le oraba a Dios pidiéndole que en el Sambil de Valencia estuviera ese sitio de comida rápida, porque Mariana no me había llevado al Sambil. Cuando acabamos las hamburguesas volvimos a preguntarnos qué hacer. Había un Bingo cerca del letrero que anunciaba los próximos eventos del Forum. Recuerdo que decía Mago de Oz, Alejandro Fernández y Guaqueríes Vs. Trotramundos. En ése instante Francesco y yo empezamos a cantar el himno del estado Nueva Esparta. Frente al bingo le preguntamos a uno de los de seguridad que si ya la sala de bingo estaba abierta. Él dijo que sí. Decidimos entrar abandonando al pobre Octavio en la cola. Cuando dimos el primer paso dentro del local se nos acercó un seguridad y nos dijo "Ustedes no pueden entrar" y yo le pregunté que porqué. Y él dijo que no podíamos entrar porque íbamos al concierto. "¿Eso que tiene que ver?".Dijo que eran órdenes superiores. Salimos del sitio decepcionados. Ahora ¿qué íbamos a hacer en las cinco horas restantes? Nos pusimos a caminar y a rodear el Forum. Era una zona inhóspita y había un restaurant de Sushi. Entonces, empezó a sonar algo parecido a The spirit carries on "¿son ellos Francesco?" Sí eran. Estábamos detrás del Forum escuchando todo lo que pasaba dentro, cómo ensayaban y cómo hablaban entre ellos. Le propuse a Francesco saltar, colearnos y verlos de cerca. Pero, entonces, llegó un seguridad y nos sacó de ahí.
Cuando regresamos a la cola Octavio había coleado a un poco de gente de Puerto Ordaz: amigos de Vicente –su hermano– que estudia ahí. Los chamos traían cámaras. Octavio les dijo que las pasaran. Cuando la cola empezó a moverse, a eso de las seis de la tarde estábamos agotadísimos. Yo no quería saber nada de conciertos. Saqué mi tiket, se lo dí al seguridad, me revisó y me dejó pasar. Hizo lo mismo con todos menos con el chamo de la cámara. Éste como no confiaba en dejarle su cámara al seguridad se fue hasta su carro a dejarla. Pasaba mucho tiempo y Francesco y yo estábamos alterados porque seguía entrando gente y nosotros no porque el chamo de Puerto Ordaz no llegaba. Le dijimos a Octavio que se quedara con él y Francesco y yo entramos. Eso estaba muy lleno. Nos íbamos a poner en una esquina cuando, de repente, alguien llamó a Francesco. Era otro margariteño. Nos tratamos de meter con él más adentro pero estaba muy difícil, la gente hacía mucha presión. Había otro margariteño también, era el del autobús. Eran las seis y media y, si el concierto empezaba a la hora acordada tendríamos que aguantar hora y media entre la marea de gente, cansados y empujados. Entre el aburrimiento y las ganas de hacer algo empecé a cantar el himno Nacional, Francesco y los dos margariteños me siguieron, pronto todo el fórum lo estaba cantando. Sólo llegamos a la primera estrofa. Luego cantamos el Himno al árbol y cuando nadie quiso seguir cantando entonamos el Himno de Nueva Esparta. Toda la gente calló y se pusieron a escucharnos. "Gloria Margarita, la perla de Oriente, Gloria Nueva Esparta, patria de valor…". El tiempo siguió pasando hasta que llegaron los teloneros RC2 y una hora más tarde se apareció Dream Theater. Ese día fue que aprendí que el vocalista se llamaba James La brie. Los cuatro margariteños llegamos a la tercera fila frente a John Myung –el bajista–. Pero no tardó mucho en que volviéramos al final de nuevo con la presión de la gente. El resto es lo normal que puede pasar en un concierto: todos completamente emocionados por el gran espectáculo de rock. Una cosa me sorprendió mucho: no tocaron The spirit carries on.

Soledades

Descansábamos cada uno en un chinchorro después del almuerzo, antes de volver a nuestra faena diaria. Papá volvía entonces a la plaza a trab...